Noticia «La dama de las garrigas»


Su condición de fémina le reservó un lugar en la Historia por ser una de las
únicas mujeres botánicas que estudiaron el archipiélago. Pero la ciencia ha
dibujado la tesis de Lucie Chodat como un trabajo superficial, lleno de errores
y con una gran falta de perspectiva. Tuvo más de pionera que de rigurosa. En su
polémica con Knoche, el tiempo sólo le dio la razón en algunos aspectos.


Pocos datos se conocen sobre la biografía de Lucie Chodat. Nació en 1896 en
Suiza, hija del célebre botánico Robert H. Chodat. Rector y profesor de la misma
Universidad de Ginebra en la que ella se licenciaría en Botánica. En las
primeras décadas del nuevo siglo quedaría patente su interés por aquella rama
científica mientras acompañaba a su padre en los viajes de expedición que
realizaba con sus alumnos.


Visitó dos veces España y tres el archipiélago balear. Pero sería en 1920,
tras las observaciones de su última estancia en las Islas, cuando comenzaría a
fraguar su tesis doctoral. Para entonces, su padre ya había publicado Una
excursión botánica a Mallorca (1905) y sus consejos se convertirían en un pilar
fundamental para el trabajo de Lucie.


«Es muy difícil saber cuánto de investigación propia contiene la tesina. No
sólo porque está muy condicionada por su padre sino porque ella apenas detalla
sus excursiones y recolecciones», afirma el profesor de Botánica de la
Universidad de Valencia, Josep Antoni Rosselló. Sin embargo no fue ese peso de
la figura paterna lo que la llevó a retrasar la publicación de su obra, sino la
aparición de la Flora balearica de Knoche.


«He esperado mucho tiempo por temor a que resultara como un duplicado»,
reconocía la botánica en la introducción del estudio. Sería en 1924 cuando
Contributions a la géo-botanique de Majorque vería la luz. Un trabajo cuyas
conclusiones consideraba tan diferentes a las del científico estadounidense que
ambas obras, «lejos de excluirse, se complementan».


Ambos se centraron en la flora propia de las Islas, pero ni siquiera sus
resultados coincidían. De las 1.250 especies que había catalogado Knoche, Chodat
aseguraba que sólo 250 podían considerarse como autóctonas, mientras que el
resto eran introducidas. La suiza subrayaba la «pobreza» de la vegetación
mallorquina y describía, incluso, lugares como la península de Alcúdia que
presentaban un carácter desértico. Destacaba la presencia de amplias zonas de
matorral y de garrigas. Sin embargo, consideraba que éstas últimas, «en
comparación con las del continente», eran tan pobres que parecían «el resultado
de la deforestación de los bosques de pino carrasco».


Sin embargo, la botánica apuntaba la capacidad de los animales domésticos,
como las ovejas, no sólo en el empobrecimiento de la flora sino también en la
propagación de las plantas. «Era un planteamiento novedoso, pero se olvida de la
importancia que tuvo el Myotragus antes que la oveja. Su influencia sobre la
vegetación fue más constante y potente», señala Rosselló.


Otro de los aspectos que interesó a Chodat fue la comparación de la flora
mallorquina con la de la Península Ibérica y parte del Mediterráneo. Un trabajo
en el que contó con los materiales recogidos por Barbey, Burnat y Boissier
consultados en el Instituto Botánico de Ginebra. Pero sería de Jaccard –que
había visitado la Isla en 1910– de quien tomaría no sólo su colección de plantas
sino también sus métodos.


«Aplicó algunos de sus principios para la creación de un índice de semblanza
matemática para comparar las composiciones florísticas de dos regiones,
separando las especies comunes», explica el profesor. Según Rosselló, sería en
este aspecto en el que la suiza introduciría «algo de sentido común» a los
planteamientos de Knoche. Quedaron descartadas las hipótesis de la relación de
la flora balear con la de América. «La mayoría de las especies endémicas no
tienen afinidad con otras españolas. Sus parientes más cercanos están en
Córcega, Sicilia, Grecia, Creta e incluso África del norte», aseguraba Chodat en
su trabajo.


Sin embargo, la falta de perspectiva de aquella tesis sería uno de sus
problemas fundamentales. «Primero porque sólo visitó Mallorca, y segundo porque
se limitó a recorrer la sierra media de la Tramuntana. No subió a las cimas y se
limitó a recolectar en las zonas cercanas a los caminos», asegura el
experto.


Josep Antoni Rosselló es claro: «Si no hubiera sido por que Robert Chodat era
su padre, Lucie nunca hubiera publicado un trabajo». Señala, además, que su
tesis fue el único estudio que se le conoce a la autora, que acabó por casarse y
trasladarse a Estados Unidos para olvidarse de aquella vocación. «Pero sí fue
una pionera, porque antes de ella no hubo ninguna mujer botánica, y después sólo
María Ángeles Cardona trabajaría con asuidad e intensidad en Baleares»,
reconoce.

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