Noticia «La estrecha unión del arte y la botánica, en Córdoba»
El Museo Arqueológico de Córdoba retomó ayer la actividad La pieza del
mes, que tiene una cita el último domingo de cada mes, en la que de forma
didáctica y breve, un experto presenta una pieza o conjunto. La charla suele
durar una media hora y, después, se abre el turno de palabra entre los
asistentes con el objetivo de crear un interesante debate. Ayer, la responsable
de promoción del Real Jardín Botánico de Córdoba, Elena Moreno Barroso, explicó
la estrecha relación existente entre el arte y el mundo vegetal junto a la
directora del Arqueológico, Dolores Baena. La ponente es colaboradora de la
actividad Un jardín en el Museo. Un museo en el jardín, un recorrido
temático que estuvo disponible durante los meses estivales -tanto en el Botánico
como en el Arqueológico- y que trató precisamente de este mismo tema, la flora
natural y su empleo como tema decorativo y simbólico a lo largo de la historia y
las principales representaciones florales o botánicas que están presentes en
algunas piezas de la amplísima colección del Museo Arqueológico.
En
primer lugar, Moreno explicó la importancia de la presencia de las hojas de
acanto en el arte, ya que este motivo forma parte de buena parte de los
capiteles corintios, romanos y compuestos. Según explicó la ponente, el acanto
es una planta recurrente en la cultura, dando lugar a misteriosas leyendas, como
la del arquitecto Calímero, de quien se dice que plantó un acanto en la tumba de
su hija, u ocupando los versos del poeta Virgilio, que escribió que las
vestiduras de la princesa Helena estaban bordadas precisamente con
representaciones de este vegetal. Además, Moreno señaló que el acanto es la
planta simbólica de las Bellas Artes.
La responsable de promoción del
Real Jardín Botánico continuó su explicación tratando la presencia de la palmera
en la arquitectura y en el arte. Moreno explicó que «el bosque de columnas de la
Mezquita-Catedral se asemeja a un bosque de palmeras». Esta planta -nativa del
norte de África y oeste de Asia- aparece de forma recurrente a lo largo de la
Historia, especialmente en el arte islámico andalusí. La ponente explicó, por
ejemplo, la presencia de la palmera en tableros decorativos de mármol de la
época califal, en la que dos hojas de este vegetal coronan una estructura
arborescente que suele interpretarse como «el árbol de la vida».
El
olivo es otro de los árboles que han marcado la cultura mediterránea y se han
reflejado hasta nuestros días en las diferentes expresiones artísticas. Según
explicó Moreno, los romanos introdujeron el olivo en la península ibérica «como
símbolo de paz» y añadió que en el mundo clásico, los triunfadores de los Juegos
Olímpicos eran coronados con ramas de olivo silvestre. En el Arqueológico esta
planta está presente, por ejemplo, en un fragmento de relieve perteneciente a un
sarcófago que data del siglo III después de Cristo, que representa una escena de
la recogida de la aceituna con una descripción bastante precisa de las hojas del
árbol.
Para concluir, Moreno explicó la presencia de otra flor
mediterránea en la arquitectura: la manzanilla. Según señaló, este especie
estuvo muy unida a la alquimia y a la magia y apostilló que «se ha demostrado
que los neandertales ya se medicaban con manzanilla». Una de las piezas del
Arqueológico con presencia de camomila es un dintel de ventana con doble arco de
herradura perteneciente al arte visigodo.
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